
Recuerdos de mi tierna infancia... antes de ir al colegio, bebía del típico vaso de leche –guardada en la típica cajita colun, incluso en el negocio donde vivía vendían una bolsita pequeña para un vaso de leche nesquik, aunque siempre me gustó más el de Cola-cao, pero a mi abuela no, porque no se entretenía peliando con los grumos.
Una de las cosas buenas cuando creces es que por fin, un día, lo pides y esta vez te lo permiten. Te dejan probar el café, una gotita en un vaso de leche. Y te sientes mayor.
Hace tantos años que ni recuerdo mi edad, ni siquiera llegaba a los veinte... y ya tenía problemas de insomnio. Sólo recuerdo el otro lado de la barrera: el médico prohibiéndome el café a partir de las 17 horas, por que sus efectos duran siete horas.
Pasó el tiempo…
En mi anterior trabajo, me tomaba tranquilamente de 5 a 10 cafés de máquina al día. Iba como una moto, porque el trabajo era frenético y porque yo me lo quería acabar tan rápido como el café, y que quedara tan bueno como el café. Y no recordaba o no quería recordar la hora límite. No solo me volaba el café, cuando trabajaba lo necesitaba, tanto como la nicotina. Tenía siempre en mi mochila mis cigarros y el fuego, Quedarme sin fuego era como que un encendedor dejara de dar fuego, algo muy molesto. En el cajón reservaba también palitos de plástico y bolsitas de azúcar, por si se acababan en la máquina… cosas de drogata, como no salir con fuego de la casa... un Fumador no anda por ahí pidiendo fuego.
Pero eso era después, metido de lleno en la Selva. A primera hora, para despertarme, me tomaba uno y bien cargado, o dos, porque sin el aroma de un café recién hecho ante mis narices yo todavía no había despertado del último sueño. No he cambiado….. pero eso era mejor que los efectos de la medicación
habre dicho eso o no? o solo lo pense? ojala se entienda
sentado en la linea del tren me siento bien!!
el tren su chiki chiki chaka me alegra el triste corazon!!
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